Soy un trabajador en activo y tengo unos ingresos que me permiten vivir, sacar adelante a mi familia, y de vez en cuando, darme algún caprichillo. Cuando llegan las vacaciones me gusta hacer algún viajecito y en mi tiempo libre practico deporte, o toco algún instrumento, o formo parte de alguna asociación o peña. O, simplemente, disfruto de la paz de mi hogar. Digamos que puedo considerarme afortunado. Pero, si me visualizo con setenta años, ¿cómo imagino que será mi situación? ¿Podré mantener un nivel de vida similar al que llevo ahora? ¿Qué me va a quedar de pensión? ¿Será verdad eso que tanto repiten los políticos de que están en peligro?
Si tengo entre 30 y 55 años debo saber que
- En 2029 el 25% de la población será mayor de 65 años.
- En 2052 habrá 15 millones de pensionistas
- A partir de 2027 será necesario haber cotizado 37 años a la Seguridad Social para poder cobrar el 100% de la base reguladora en la pensión.
Hombre, pues igual después de leer todo esto me empiezo a inquietar, sobre todo si soy autónomo. ¿Por qué? Porque un autónomo, por regla general, cotiza en menor cuantía a la Seguridad Social que un trabajador por cuenta ajena. Por lo tanto, el importe de su pensión de jubilación también será inferior.
De lo que se trata es de poder mantener el mismo nivel de vida cuando esté jubilado que el que he disfrutado hasta entonces. Y en el caso de España la Seguridad Social no puede garantizar que esto suceda. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) ya nos está aconsejando generar otras fuentes de ingreso adicionales como medida preventiva.
Si soy mujer, el panorama empeora
En el caso de las mujeres el tema es más grave. Las encuestan nos indican que en nuestra sociedad actual somos nosotras quienes continuamos, en pro de la conciliación familiar, escogiendo trabajos de media jornada o incluso quedándonos en casa para dedicarnos en exclusiva al cuidado del hogar y de los hijos.
El problema viene cuando llega el momento de la jubilación y me doy cuenta de que me queda una pensión más que insuficiente para vivir, por lo que dependo absolutamente de mi pareja para salir adelante. Pero ¿y si resulta que estoy separada o divorciada? Entonces la situación se vuelve dramática.
Cultura de ahorro
Esta es la clave, quizá en España no estemos acostumbrados a cultivar una cultura de ahorro por el propio funcionamiento del Estado, que hasta hace pocos años ha podido sostener todo el sistema de pensiones y proporcionar el llamado estado de bienestar sin ningún sobresalto.
En otros países como Alemania , Francia o Inglaterra la situación es bien diferente y el paraguas del Estado no ofrece una cobertura tan amplia. Por tanto, desde bien jóvenes nuestros vecinos europeos están acostumbrados a destinar parte de sus ingresos a planes de pensiones. Y cuando llegan a los 65-70 años de edad disponen de un sobrado respaldo económico que les permite, por ejemplo, establecer su residencia en nuestras costas mediterráneas o en las islas, disfrutar del clima y de los beneficios derivados para su salud.
A mi edad actual igual me digo que falta mucho para que llegue ese día, así que por ahora no me preocupo y llegado el momento ya veré cómo gestiono. O puedo pensar que no dispongo de la capacidad de ahorro necesaria porque mis ingresos son muy bajos. Pero si me pongo a hacer números y a reflejar mis gastos mensuales quizá descubra que sí podría guardarme una pequeña cantidad al mes recortando en gastos no imprescindibles. Gastos que, para ser honestos, suponen una cantidad más que considerable.
Es el momento de comenzar a destinar un dinero para mi futuro y asegurarme una vida digna cuando me jubile. ¿Cómo? A través del plan de pensiones que mejor se ajuste a mis circunstancias. Yo te ayudo a elegirlo
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